¡No importa en que ciudad vivas!
“¿Hasta cuándo debo pedir ayuda, oh Señor? ¡Pero tú no escuchas! «¡Hay violencia por todas partes! », clamo, pero tú no vienes a salvar. ¿Tendré siempre que ver estas maldades? ¿Por qué debo mirar tanta miseria? Dondequiera que mire, veo destrucción y violencia. Estoy rodeado de gente que le encanta discutir y pelear. La ley se ha estancado y no hay justicia en los tribunales. Los perversos suman más que los justos, de manera que la justicia se ha corrompido.”
Habacuc 1:2-4 NLT
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Al vivir en la ciudad que en el 2013, fue catalogada como la cuarta ciudad más violenta del mundo; es fácil entender el tono de desesperanza de las preguntas que Habacuc le hizo a Dios.
El contexto en que vivió el profeta, fue muy similar a nuestra realidad hoy día; se observa violencia, maldad, miseria y destrucción por todas partes; y las personas solo esperan la menor oportunidad para discutir y pelear.
La ley da la impresión de estar estancada, y en los tribunales no impera la justicia sino la corrupción y los malos parecen ser cada día más y más. Y muchas veces nos da la impresión que por mucho que clamemos o nos humillemos, Dios no nos escucha ni viene para salvarnos.
Sin embargo, aún en medio de todo éste caos, la fe de Habacuc no desfalleció; el siguió alabando y gozándose en Dios.
Y es que es fácil ser fiel al Señor cuando tenemos justicia, paz y prosperidad; pero Habacuc nos enseña que nuestra fidelidad y compromiso con Dios no dependen de las circunstancias o de las bendiciones que recibamos, sino que se fundamentan en conocer y estar en comunión con el Dios a quien servimos.
© David García Licona – Febrero 2014
Posted on February 26, 2014, in Habacuc and tagged Corrupción, Injusticia, Violencia. Bookmark the permalink. Leave a comment.
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